Quienes hemos crecido con la música de los 90 no llegamos a comprender el rechazo que sobre los jóvenes de hoy en día tiene dicha música. Las encuestas nos dicen que, la mayoría de los jóvenes opinan que la música de esta época está pasada de moda.
Este dato resulta especialmente interesante en el entorno que nos atañe como profesionales del ocio, pues seguro que muchos comenzamos nuestras andanzas pinchando canciones de grupos de los 90 y ahora, nos enfrentamos a un público actualizado que no comparte nuestra visión ni nuestro vínculo emocional con estos «temas antiguos». La adaptación es la clave para enfrentarnos a este cambio generacional.
Y es que, queramos o no, la música y nosotros mismos, vamos envejeciendo, incluidos nuestros ídolos. Como referencia más cercana pondremos a David Bowie, estrella mítica del rock, que se nos hacía a muchos inmortal en nuestra mente y que hoy en día ya descansa en paz.
Actualmente los jóvenes simplemente califican de «viejos» a todos los artistas de los años 90 ya que para ellos, la época en la que estas estrellas nacieron y triunfaron, no forma parte de sus vidas y por tanto de su realidad. Escuchan a sus padres o a sus tíos o hermanos mayores entonando temas noventeros y simplemente ponen los ojos en blanco al grito de «por Dios...». Pero no hemos de culparlos, ya que con su edad, nosotros seguramente hacíamos lo mismo al escuchar a nuestros progenitores desgarrarse con temas de los 70… (c´est la vie!)
Los adolescentes se adaptan, internalizan y se identifican con la música existente durante su periodo de desarrollo, así hoy día, muchos pierden la cabeza por Justin Bieber, Selena Gomez, Ariana Grande o Taylor Swift, y prefieren una y mil veces escucharlos a ellos en lugar de a artistas como Metallica, Whitney Houston, U2, etc… (para asombro y frustración de nosotros, los ya, queramos o no, puretas). Sin embargo, cabe recordarnos a nosotros mismos que una vez bebimos los vientos por grupos como Backstreet Boys, Spice Girls o N´sync… (¿vais empatizando ya con los chavales?)
De esta reflexión solo se puede sacar la misma conclusión que se repite una y otra vez generación tras generación, y es que la vida sigue y los buenos tiempos no volverán… Los artistas que fueron nuestros ídolos en su tiempo han sido reemplazados por otros nuevos, de piel más tersa y outfits a la moda. A los treintañeros y cuarentones solo nos queda aceptar la inevitable evolución y hacer disfrutar a los jóvenes en sus noches de ocio tanto como nosotros lo hacíamos en nuestra época con nuestra música…