Cualquiera puede darse cuenta de que la música tiene efectos muy intensos para la mente, ya que es un factor clave a la hora de cambiar nuestro estado de ánimo, influyendo directamente sobre emociones tan intensas como pueden ser la tristeza o la alegría.
La música es por tanto una herramienta sumamente útil para mejorar nuestro estado emocional, siempre y cuando sepamos qué tipo de melodía escuchar en cada momento.
En estos casos puede ser muy útil escuchar música alegre o movida, con letras positivas que nos procuren animación y evasión de los posibles pensamientos negativos, aunque nuestro cuerpo nos solicite precisamente lo contrario. Hay quien por el contrario, tiende a escuchar canciones dramáticas, pesimistas o melodías lentas y algo oscuras, pensado que, así, crearán un ambiente acorde a sus sentimientos, pero la realidad es que este ambiente no solo no ayuda, sino que puede llegar a empeorar la situación. Esto ocurre debido a que la pena lleva a la pena, en otras palabras, nuestro subconsciente nos incita a regodearnos en nuestro pesimismo. Anulamos así el raciocinio y nos dejamos llevar por la emoción de forma deliberada. Escuchar música alegre nos ayuda a romper con esos patrones que resultan poco prácticos, haciéndonos subir el ánimo.
Lo peor que podemos hacer cuando estamos tristes o decaídos es escuchar melodías penosas. La pena lleva a la pena…
El mismo proceso natural de correspondencia emocional con la música, nos ocurre cuando estamos alegres, pero en este caso, el cuerpo nos pide melodías animadas y felices, que nos lleven a bailar, cantar y pensar en positivo. El mismo subconsciente que antes nos llevaba a “la depresión”, ahora, de forma igual de automática, nos lleva a la felicidad sin necesidad de “obligarnos” a buscarla conscientemente.
El escuchar este tipo de melodías, nos ayudará a mantener e incluso a potenciar y elevar nuestro estado de ánimo positivo, así como los pensamientos constructivos, la motivación y la energía.
Mientras estamos alegres podemos incluso tener una buena oportunidad para escuchar y apreciar la música más lánguida o con letras tristes sin caer en la “pena”, pues nuestro estado natural nos permitirá apreciarla desde un punto de vista neutral. Aun así, es aconsejable volver a escuchar una canción activante al final de la sesión, ya que un tema triste y negativo, tenderá a disminuir la alegría y la motivación.
A este conjunto de procesos estímulos-respuesta en psicología se les llama Automaticidad Cerebral. Está claramente demostrado que nuestro cerebro responde siempre ante las ondas sonoras que se emiten cuando se reproduce una pieza musical.
Los temas movidos aumentan nuestro ánimo y nos incitan a la actividad, siendo prueba de ello es esa irrefrenable necesidad de bailar que a muchos nos afecta en discotecas, pubs, conciertos, fiestas…
Por otra parte, la música relajante, transmite paz y nos ayuda a desactivarnos y calmarnos siempre que le prestemos la suficiente atención. Por ello, es una opción perfecta como sedante al final de la jornada o antes de dormir.
La escucha activa y diaria de música relajante puede llegar a influir también en nuestra salud. Diversos estudios llevados a cabo en Hospitales de Hong Kong, muestran que escuchar 20-30 minutos de música al día, disminuyen la tensión.
Y no es de extrañar, ya que se sabe que los latidos del corazón “bailan” al ritmo de las ondas sonoras a las que nos sometemos. Con ondas rápidas el corazón se acelera, mientras que un ritmo lento, disminuye el ritmo cardíaco.
Comentado todo lo anterior, podemos deducir que en ambientes de fiesta, en los que las personas esperan divertirse y están claramente en un estado de ánimo positivo, la mejor opción es siempre la música rítmica, alegre, pegadiza, que incite al movimiento y a la euforia.
Las melodías lentas, demasiado armónicas o profundas, pueden causar un efecto de aburrimiento e inactividad, haciendo que la persona no disfrute del ambiente al no coincidir con su estado de ánimo, y acabe marchándose a otro local.
Además del estado de ánimo general, hay que tener en cuenta también el tipo de público al que nos enfrentamos. Así, en un pub o discoteca comercial al uso llena de chicas y chicos jóvenes, es poco probable que triunfen estilos como el “heavy metal” o el “rock duro”, salvo que ese local sea exclusivo de este tipo de ambiente. Como ya explicamos en un anterior artículo, la experiencia nos cuenta que «en las salas comerciales las chicas mandan”, y es que cuanto más se diviertan y bailen ellas, más éxito tendrá el local también entre los chicos. El house más comercial, el denominado “pachangueo”, los ritmos latinos y el pop, serán la mejor opción, ya que, para bien o para mal, estos estilos son los que más triunfan entre la población femenina, al menos, al salir de marcha (no queremos decir con esto que no haya excepciones, claro está), y eso, derivará en un aumento de la afluencia general.
Otro gallo canta cuando el local en el que nos encontramos tiene una temática muy bien definida. Por ejemplo, en un pub de tipo “rockero”, está claro que la bachata y el merengue sobran, claramente.
Para esto, existen servicios como Original Music o Moski Pro, que ofrecen selecciones adecuadas para tipo de ambiente y cada momento, diseñadas por la mano de profesionales del sector.
Sea como fuere, queda claro que la música no sólo es importante, sin que parece tratarse de pura magia y que afecta a nuestro cerebro y nuestro estado de ánimo mucho más de lo pensamos. Tanto es así, que muchos profesionales de las cabinas llegan a aprender cuáles son los gustos de sus clientes, sólo observando sus comportamientos, como si de psicólogos se tratase en una sala de terapia.
Desde Original Music os invitamos a que comentéis qué tipo de música o qué temas os resultan perfectos en función del lugar o el estado de ánimo en el que os encontráis. ¿Os animáis a compartirlos con nosotros?