Descubre porqué la música y el ejercicio hacen tan buen equipo, y cómo crear una lista idónea para entrenar.
Para algunos atletas y para muchos runners o deportistas de cualquier modalidad, la música supone un estímulo muy importante durante la realización del ejercicio, jugando un papel clave en el desarrollo y la satisfacción del entrenamiento o carrera. Aunque algunas personas prefieren audio libros, podcasts o sonidos de ambiente, la mayoría de la gente se decanta por melodías con ritmo y letras motivadoras para lograr sus objetivos en cada sesión.
Si echamos un vistazo a Twitter podremos ver múltiples ejemplos de ello:
«Correr es MI momento, música y para adelante! Después… sigo el día renovada«
tweeteado por @AlinaMoine.
«Actualizada mi lista de música para entrenar, ¡Qué nunca falte la música! ♫”
tweeteado por @josefajram.
En la última década la investigación sobre el efecto que tiene la música al hacer deporte ha crecido con creces, ayudando a los psicólogos a entender mejor la relación entre la actitud mental y el cambio corporal que se sucede al mezclar estos dos factores.
La música distrae a las personas del esfuerzo, el dolor y la fatiga, eleva el estado de ánimo, aumenta la resistencia, reduce el esfuerzo percibido e incluso puede llegar a promover la eficiencia metabólica corporal. Cuando escuchamos música, corremos más, pedaleamos más o nadamos más deprisa que de costumbre, muchas veces sin darnos cuenta siquiera.
Pero seleccionar la música de entrenamiento más efectiva no es tan simple como anotar unas cuantas canciones movidas. También habría que considerar los recuerdos, emociones y asociaciones que cada canción seleccionada nos evoca. En algunas ocasiones el ritmo de la música no es tan importante ni tan efectivo como la letra de la canción.
¡Muévete al ritmo de la música!
Dos de las principales cualidades del entrenamiento con música son el ritmo y la velocidad – y lo que los psicólogos llaman la respuesta rítmica, que viene siendo más o menos el hecho de que una canción te haga “moverte al compás”. Muchas personas sincronizan sus movimientos con la música de forma instintiva cuando la escuchan, moviendo la cabeza, chascando los dedos, moviendo el pié…
El tipo de música que provoca estas reacciones varía en función de la cultura y de las diferencias individuales.
Generalizando, se podría decir que las canciones rápidas con ritmos fuertes resultan particularmente estimulantes para hacer ejercicio, es por ello que entre las listas de música de los deportistas aparecen sobre todo temas de hip-hop, rock y pop.
Algunos psicólogos sugieren que las personas tienen una preferencia innata por los ritmos a una frecuencia de 2 hercios, lo que equivale a 120 bits por minuto (bpm), o dos bits por segundo.
Sin embargo, a la hora de correr, la mayoría de las personas optan por música de unos 160 bpm, pero, según investigaciones recientes, es el ritmo a 145 bpm el que crea a largo plazo un efecto notable y prologando en la motivación. Escuchar rap durante mucho tiempo, repitiendo un tono monótono y una letra sin picos, puede contribuir a la caída del interés por parte del deportista que se acostumbra a la melodía homogénea y, que por ende, frena su ritmo de entrenamiento.
Aunque muchas personas no necesitan seguir el ritmo de la música para entrenar, la sincronía puede ayudar a que el cuerpo use su energía de forma más eficiente. La música puede actuar así, como un metrónomo, ayudando a mantener un ritmo regular, reduciendo los pasos en falso y frenando la utilización de energía innecesaria.
Ritmos cerebrales
Esto se explica debido a que la música “lucha” por hacerse notar en nuestro cerebro por encima de la sensación de cansancio o fatiga que se deriva tras practicar deporte, y así, el cuerpo monitoriza el esfuerzo, pero no guarda en el recuerdo una sensación tan extrema de cansancio, con lo cual, estamos más motivados a seguir con la siguiente sesión.
Igualmente, la música cambia a menudo la percepción de la gente sobre su propio esfuerzo durante los entrenamientos; digamos que parece más fácil correr esos largos 10km o completar esas series de bíceps extra cuando Beyoncé o Eminen te acompañan en el camino.
Aunque bien es cierto que los beneficios de esta distracción se hacen más efectivos y evidentes durante la realización de ejercicios leves o moderados, ya que cuando realizamos ejercicios de alta intensidad, la música pierde su efecto distractor al producirse una sensación de cansancio demasiado extrema.
Cabe añadir, por supuesto, que esta cualidad distractora de la música conlleva su riesgo si realizamos deporte en lugares peligrosos (cerca de carreteras, por ejemplo, y es por ello que debemos ser conscientes de nuestro entorno en todo momento.
También es importante considerar las letras y asociaciones emocionales de las canciones. Si ponemos como ejemplo la canción «One Day More» del musical Les Misérables, no solo su ritmo y esencia nos puede motivar, sino que además podemos identificarnos con el personaje que la interpreta, con su modo de vida y su fortaleza para potenciar nuestro rendimiento personal.
Actualmente se sabe que las diferentes regiones del cerebro humano especializadas en procesar los sentidos, interaccionan entre sí y con otras áreas cerebrales para aportar una información conjunta y completa. Es decir, usamos un sentido para entender mejor otro. La música y los movimientos están particularmente relacionados en el cerebro, y, por decirlo de alguna manera, la música podría considerarse como una extensión del cuerpo humano, y es que desde siempre, el ritmo y el movimiento han ido de la mano.
TOP TEN CANCIONES PARA PRACTICAR DEPORTE
En Original Music queremos facilitarte una selección de las que, según miles de deportistas encuestados en múltiples plataformas sociales, son las canciones más motivadoras para practicar deporte: